Hasta hace poco, lo más habitual era hablar de televisores Full HD o 1080p. Precisamente esta cifra, 1080, indica la resolución horizontal, en píxeles, de una pantalla Full HD. Para televisores panorámicos con relación de aspecto 16:9, esto significa que la pantalla debe tener una resolución 1920×1080 píxeles (2,1 megapíxeles en total) para ser considerada Full HD.
Ultra HD supone una mejora cuantitativa respecto al Full HD. En lugar de los 1080 píxeles de los que hablábamos antes, ahora se considera UHD a aquellos televisores que tienen al menos 2160 píxeles como resolución horizontal. En total, estaríamos hablando de 3840×2160 píxeles como mínimo (para una relación de aspecto 16:9), lo que implica tener 8,3 megapíxeles.
Las diferencias, comparando esas cifras, parecen claras: la resolución Ultra HD es cuatro veces superior a la Full HD (de ahí a que también se le conozca como “resolución 4K”), lo que permite al espectador disfrutar de contenidos con una mayor calidad de imagen. Contenidos que, como ya hemos visto, ya están aquí y a los que se irán sumando muchos más próximamente.
Re-escalando contenidos
Pero ¿qué ocurre si queremos ver en un televisor Ultra HD contenidos de menor calidad, como unDVD, una emisión de TDT o similar? Aquí entra en juego el motor de calidad de imagen: un algoritmo avanzado procesa y ajusta las imágenes de entrada con el fin de proporcionarles la mayor nitidez posible en la pantalla Ultra HD.
Via: Xataka
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