La figura
del espía ha sido habitual en el cine y la literatura. Tipos misteriosos,
capaces de pasar desapercibidos en cualquier lugar y extremadamente
inteligentes. Su misión: recoger información y enviarla. Como personaje
de ficción, resultan atractivos, pero seguro que no te gustaría vivir siempre
con la sospecha de que hay alguien en tu casa, al que no puedes ver y que se
encarga de informar sobre todo lo que haces en tu vida cotidiana.
En el mundo de la informática a esto es lo que le
llamamos software espía (spyware), estos se instalan en nuestro sistema con la
finalidad de robar nuestros datos y espiar nuestros movimientos por la red.
Luego envían esa información a empresas de publicidad de internet para
comercializar con nuestros datos. Trabajan en modo ‘background’ (segundo plano)
para que no nos percatemos de que están hasta que empiecen a aparecer los
primeros síntomas. Tienen cierta similitud con los Adwares en cuanto a que
interactúan con el usuario a través de barras de herramientas
(Toolbars), ventanas emergentes con publicidades (popups) y otro tipo de
acciones y su finalidad es espiar nuestro comportamiento.
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